El libertinaje de expresión
28 de Septiembre de 2012
Néstor Martínez Indamislam Press
Sorprende que el gobierno de
Francia y el de los Estados Unidos, echen mano de la famosa “libertad de
expresión” para justificar los insultos al Islam y evitar la censura o castigo
de quienes transgreden los mínimos principios morales humanos, esto significa o
que la moral occidental llegó a su punto decadente o que se practica el
libertinaje de expresión.
Dice el diccionario que la tolerancia es el signo del hombre civilizado,
y si es así, no deja de pensarse que en el mal llamado primer mundo, que se
supone con altos niveles de educación sus ciudadanos, en especial los
comunicadores tendrán tolerancia hacia manifestaciones religiosas y culturales
ajenas a su mundo occidental, pero en la realidad no es así.
La moral occidental por la vía de la religión, en especial la que
pregonan esas auto-proclamadas “iglesias” dirigidas por los también
auto-proclamados “pastores”, es sinónimo de una guerra ideológica disfrazada de
religión. Estos pseudoreligiosos pregonan todo lo contrario a lo que dice Jesús
en la Biblia, promueven que Israel es el “pueblo elegido”, atacan al pueblo
palestino, al Islam y a todo aquello que consideran en contra de los “valores
cristianos occidentales”, incluso a las culturas de los pueblos en que se
incrustan. Y no se ocultan para ello.
A lo largo y ancho de Latinoamérica abundan estos sujetos e “iglesias”,
y no es un secreto que son promovidos como penetración ideológica por los
Estados Unidos e Israel, por cierto algunas ponen como lema de orgullo “amigos
de Israel”.
Esa forma decadente de la religión es muy similar a la práctica
religiosa de la Edad Media, época en que se impuso la intolerancia contra los
que se opusieron a la fastuosidad del Vaticano, época en que la llamada “santa”
inquisición elimina a millones de seres humanos, y lo más destacado, época en
que la Biblia era considerada la madre de las ciencias y hay de aquel que pregonara
lo contrario: fueron censurados y asesinados varios científicos.
Sin embargo, caminando por una plaza céntrica de San Salvador, a capital
de El Salvador, veo a un tipo que agita la Biblia cual espada de conquistador y
proclama que “¡aquí está la verdadera ciencia y conocimiento!”.
Lastimosamente estos señores, pregoneros del atraso, tienen eco en mucha
gente, a la que convierten en un verdadero lastre para las aspiraciones de
superación de un pueblo, que queda sumergido en una decadente moral religiosa occidental.
Queda claro que ninguna religión predica el odio, este es predicado por
los falsos predicadores.
En la otra cara de la moneda tenemos al libertinaje de expresión, es
decir, vivimos en sociedades que abusan de las libertades que gozan y despotrican
a su gusto y sabor contra todo dejando de lado los valores humanos, como la
tolerancia, el respeto al derecho ajeno a los derechos humanos y otros valores
fundamentales en toda civilización para vivir en paz; dejando de lado las
prédicas religiosas sobre el amor y el “amaos los unos a los otros”.
Podría pensarse que el hecho de ser periodista o llegar a un nivel de
educación o posición social tiene que ver con la alta educación, que se será
comedido y responsable en lo que se dice o hace, pero, tal como lo vemos a
diario en los medios de comunicación, la intolerancia llegó a todos lados, esta
está acompañada de la ignorancia, de la falta de estudio de las culturas y las
religiones.
Así, el libertinaje de expresión lo reflejan los medios de comunicación
tergiversando, ocultando, mintiendo, deformando, parcializando, exaltando,
alabando, apoyando causas de muerte, negando el derecho de respuesta, y ¿acaso
no es esto lo que nos recetan los medios a diario? Este es un verdadero asalto
a la conciencia ciudadana que es atacada sin piedad, sin la mínima oportunidad
de defenderse, tal como lo hacen esos religiosos extremistas.
Si esas prácticas, el libertinaje religioso y el libertinaje de
expresión, son lo común en el mundo occidental, entonces es válido pensar que
ese mundo ya está viviendo en plena decadencia y quiere arrastrar en esa caída
a la humanidad.
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