NOTA PRELIMINAR: El objetivo de este artículo, dentro de nuestro blog, es el de reflejar la problemática que pretendemos visibilizar. No contamos ni aspiramos a contar con una afiliación política. Éste es un ejercicio ciudadano incluyente.
¿Todos
contra Petro?
Enrique Santos Molano
eltiempo.com
21 de junio de 2012
"¿Por qué tanto palo a Petro?", se pregunta el
profesor Guillermo Segovia en un estupendo análisis que publica el boletín
Actualidad Étnica.com. "Triste y preocupante -dice el distinguido
escritor- que muy buena parte de las críticas a Petro estén relacionadas con su
personalidad y su carácter. Desafortunadamente su forma de ser, distante y
soberbia, al decir de algunos, reflexiva e imperturbable, para otros, le ha
restado no pocas simpatías en la propia izquierda, pero ahí no está la causa
del sistemático ataque a su gestión; sería absurdo. Tampoco en que esta sea un
desastre, aunque tenga los problemas propios de la transición, o mejor, en este
caso, de la ruptura con la guachafita samuelista, el camaleonismo luchista y el
urbanismo clasista peñalosista. El cambio de rumbo de la ciudad es la razón de
fondo del todos contra Petro, porque se está sintiendo" (léase el
texto completo en http://actualidadetnica.com/index.php?option=com_content&view=article&id=8584:ipor-que-tanto-palo-a-petro&catid=66).
Aceptemos que Gustavo Petro no es hombre simpático. Todavía más,
que es descortés y poco afable. La simpatía y las buenas maneras no son
requisito necesario para un buen gobernante. Recordemos que Adolfo Hitler era
un tipo simpatiquísimo, de modales exquisitos, cortés con todos, que abrazaba a
los ancianos y a los niños, y que gobernó Alemania con un despotismo implacable
(muy aplaudido en su tiempo por los iluministas del corte de los que hoy le dan
palo a Petro). Ser antipático no entraña, pues, la condición de déspota; ni ser
simpático, la de libérrimo demócrata.
'Semana' dedica su portada al tema "Bogotá le quedó grande
a Petro", título que ilustra con una fotocaricatura de un Petro minúsculo
sentado en silla de tamaño desmesurado para él. Leí con sumo interés el
artículo, ansioso de enterarme por qué Bogotá le había quedado grande al
alcalde Gustavo Petro. Es un cúmulo de vaguedades, afirmaciones sin soporte,
opiniones anfibológicas, naderías y conclusiones sesgadas que, si bien
complacen e interpretan a los adversarios de la administración progresista, en
ningún caso coinciden con la opinión del grueso de los ciudadanos. En
conclusión: al artículo le quedaron grandes el título y la
fotocaricatura.
La crítica al gobierno de Petro se resume en que en cinco meses
no ha hecho "nada". Sin embargo, una cosa es que falte mucho por
hacer en los tres años y siete meses que la administración progresista tiene
por delante, y otra, que no se haya hecho "nada" en los cinco meses
que lleva en acción. Para un lapso tan breve se ha alcanzado bastante, como
puede leerse en el citado artículo del doctor Segovia.
En concreto: enfrentar la catástrofe vial provocada por los
contratos de Garzón en los tres últimos días de su administración, y por las
mil una obras disparatadas de la administración Moreno, y evitar la parálisis
inminente a que estaba abocada la capital en los primeros meses del 2012. Las
medidas del alcalde Petro salvaron la movilidad; avanzar, "sin prisa
pero sin pausa", con las obras de la circunvalar a la altura de la
noventa, donde la circulación quedó interrumpida en septiembre del 2011 por
derrumbes que ocasionó el fuerte invierno, y sin que en los tres meses finales
de la alcaldesa encargada, Clara López, se hubiera hecho la mínima gestión para
iniciar el arreglo de esa vía. Ahora, el IDU asumió la reparación en la
circunvalar no con el criterio de hacer un simple levantamiento de la tierra
escurrida sobre la avenida y de reabrir el tránsito, sino de efectuar a fondo
(y bien a fondo) los trabajos de ingeniería indispensables para impedir que con
el próximo o los próximos inviernos la montaña se venga abajo. Es una obra que
no se debe hacer a las carreras, solo por calmar la ansiedad de los críticos.
Hay que hacerla bien, y es lo que se está haciendo.
Se comenzó la peatonalización de la carrera séptima, entre la
diecinueve y la veintiséis; se puso a salvo lo que queda del parque de la
Independencia, cuyos árboles y palmeras centenarios estaban en peligro
inminente de ser talados para abrirle paso a la cementalización del parque. Se
habrán disgustado por ello los que ganan buenas comisiones por venderle cemento
a la ciudad, pero los ciudadanos, que consideramos el parque un patrimonio
sagrado de nuestra capital, estamos muy contentos; el puente sobre la carrera
séptima con veintiséis, que al ritmo de la administración anterior no habría
estado listo antes de dos años, será entregado a finales de julio próximo.
Igual se hará con la veintiséis, y allí el recorrido de TransMilenio se
prolongará hasta el aeropuerto de Eldorado; se consiguió que el Concejo, de
amplia mayoría antiprogresista, aprobara el Plan de Desarrollo 2012-2015; se
acordó con el Gobierno nacional el traslado de las dependencias administrativas
del CAN al centro de la ciudad, lo que permitirá reorganizar el desarrollo
urbanístico de los dos sectores; se han estructurado los planes de
densificación del centro histórico y de su entorno tradicional; está casi lista
la apertura de la licitación para el tranvía por la carrera séptima, o tram o
tren ligero, llámenlo como quieran; se preparan los estudios y diseños para la
primera línea del metro, que será iniciada en el 2014 e inaugurada en el 2018;
la medida de prohibir el porte de armas produjo un descenso dramático en el
índice de homicidios en la ciudad, que llegó a su nivel más bajo en los últimos
cincuenta años; la provisión de agua potable se aumentará considerablemente con
las medidas de limpieza proyectadas para rescatar el río Bogotá, y la
construcción de una planta procesadora y purificadora de aguas negras que
estará funcionando antes de dos años, lo que además garantizará el riego de los
productos agrícolas de la Sabana y de la cuenca del río Bogotá, con aguas
puras. El beneficio que la iniciativa traerá a la salud de los bogotanos
marcará un hito. Todo eso, sin bulla, sin promociones, sin alharaca
publicitaria, se ha logrado en el modesto plazo de cinco meses y en unas
circunstancias nada fáciles para la administración que arrancó el 1 de enero de
2012. Y ello, sin contar la principal hazaña del gobierno de Petro: acabar con
la rosca de contratistas y demás aprovechadores que se venían robando
alegremente la ciudad.
Los taurinos están bravos con el alcalde Petro por la abolición de la plaza de Santamaría como circo de toros. Tienen derecho a estarlo y a protestar, aunque ese no es un problema que afecte, ni para bien ni para mal, la marcha de la ciudad. Ni que les interese al 90 por ciento de los habitantes de la capital, más preocupados por otros problemas graves como el desempleo, la inseguridad, el ruido, la contaminación. Si una minoría con gran poder de bulla desea gozar del espectáculo de los toros, no es prudente ni aconsejable negarles ese placer. Que sigan los taurinos gritando dentro de la plaza "¡0lé!" y los antitaurinos por fuera de la plaza, "¡asesinos, viOLEntos!". ¡Y que viva la fiesta en paz!
Los taurinos están bravos con el alcalde Petro por la abolición de la plaza de Santamaría como circo de toros. Tienen derecho a estarlo y a protestar, aunque ese no es un problema que afecte, ni para bien ni para mal, la marcha de la ciudad. Ni que les interese al 90 por ciento de los habitantes de la capital, más preocupados por otros problemas graves como el desempleo, la inseguridad, el ruido, la contaminación. Si una minoría con gran poder de bulla desea gozar del espectáculo de los toros, no es prudente ni aconsejable negarles ese placer. Que sigan los taurinos gritando dentro de la plaza "¡0lé!" y los antitaurinos por fuera de la plaza, "¡asesinos, viOLEntos!". ¡Y que viva la fiesta en paz!
¿Están todos los ciudadanos contra Petro? Esa impresión quiere
estarcir en el ambiente la furia mediática que embiste a la administración
progresista, con el propósito, ya evidente, de propiciar un referendo
revocatorio. ¡Qué bueno que lo intenten! Como diría un ñero rancio, "se
van a llevar cipote sorpresa". Y como diría un bogotano menos rancio,
"se van a quedar mamando".
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